La aprobación del Ingreso Mínimo vital supone el mayor avance en
los derechos sociales en nuestro país desde, al menos, la aprobación de la Ley
de Dependencia. Esta medida es una victoria de la gente. Pero no solo
constituye un avance clave nacional, sino que hace de España un referente en
materia de justicia social.
El Ingreso Mínimo Vital debe considerarse un nuevo derecho
ciudadano que asegura una red última de seguridad para todos y todas. Esta
medida garantizará que todos y todas las ciudadanas de nuestro país cuenten con
un mínimo de ingresos que les permita vivir dignamente. Por ello no es una
prestación con duración excepcional, sino, todo lo contrario, tendrá un
carácter indefinido.
El COVID-19 ha generado mucho sufrimiento dentro y fuera de
nuestras fronteras, pero también ha evidenciado que existe una forma distinta
de gestionar y salir de una crisis: sin dejar a nadie atrás.
El IMV se va a convertir en la principal herramienta para evitar
la extrema pobreza y, gracias a ello, va a contribuir a reducir los actualmente
altos niveles de desigualdad de la renta existentes en nuestra sociedad. Así se
compensa parcialmente la injusta salida de la crisis de 2008 que generó una
“desigualación hacia abajo” al afectar sobre todo a las familias con menores recursos.
Igual que el resto de prestaciones de la Seguridad Social, como
las pensiones, o el desempleo. Este es el momento para poner todos los recursos
necesarios en el escudo social y las medidas de reactivación económica para
salir de la actual crisis sanitaria. El Banco Central Europeo ha puesto en
marcha un programa de expansión monetaria que asegura que podamos financiarnos
a muy bajos tipos de interés actualmente. Y, además, el Acuerdo de Gobierno
contempla algunas medidas de mejora de la progresividad de nuestro sistema
tributario, reduciendo algunos privilegios fiscales que existen actualmente,
que cuando se vayan poniendo en marcha van a permitir que reduzcamos la brecha
de ingresos públicos sobre el PIB (de casi 7 puntos porcentuales) que nos separa
de la media de la Unión Europea. En este caso, este tipo de iniciativa
dificilmente pudiera haberse llevado a cabo sin la presencia de la Administración.
La aprobación mediante el Real Decreto-Ley 20/2020, de 29 de mayo,
del ingreso mínimo vital ha supuesto un avance de extraordinaria importancia en
el contenido de las políticas públicas de protección social encaminadas a reducir
la pobreza (ODS1), la desigualdad (ODS10) y la exclusión social.
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